Domingo 07 De Septiembre De 2025 El Corazón De Nuestra Fe
No necesitamos ganarnos el favor de Dios; Él lo ofrece como un regalo, gracias a la obra del Señor Jesucristo en la cruz.
07 de Septiembre de 2025
Pablo sabía que solo debía jactarse de la cruz (Ga 6.14), y con razón: sobre dos vigas de madera, Dios puso la salvación al alcance de todos.
A través de la muerte sacrificial del Señor somos reconciliados con el Padre celestial y liberados del castigo del pecado. Gálatas 2.16 (NVI) dice: “Nadie es justificado por las obras que demanda la ley”. Vivir con rectitud no nos gana la aceptación de Dios. Sin embargo, muchos confían en una especie de “balanza” cósmica, creyendo que sus buenas obras superan a las malas y les garantizan el cielo. Pero si eso fuera cierto, la muerte de Cristo habría sido en vano.
El verdadero obstáculo es el orgullo. Por naturaleza, anhelamos ser aceptados y queremos creer que hay algo en nosotros que merece amor. Pero la cruz nos llama a humillarnos ante Dios con las manos vacías, reconociendo que nada de lo que hagamos es suficiente para recibir su gracia abundante y gratuita.
Aunque es cierto que no tenemos nada que ofrecer a Dios para asegurar la salvación, el hecho es que Él no espera nada. Más bien, el Padre celestial hizo todo lo necesario para limpiar la mancha de nuestro pecado y reconciliarnos con Él. La cruz es símbolo de su amor, un amor que merece nuestro agradecimiento y alabanza.
Biblia en un Año: Exequiel 34-36
Pablo sabía que solo debía jactarse de la cruz (Ga 6.14), y con razón: sobre dos vigas de madera, Dios puso la salvación al alcance de todos.
A través de la muerte sacrificial del Señor somos reconciliados con el Padre celestial y liberados del castigo del pecado. Gálatas 2.16 (NVI) dice: “Nadie es justificado por las obras que demanda la ley”. Vivir con rectitud no nos gana la aceptación de Dios. Sin embargo, muchos confían en una especie de “balanza” cósmica, creyendo que sus buenas obras superan a las malas y les garantizan el cielo. Pero si eso fuera cierto, la muerte de Cristo habría sido en vano.
El verdadero obstáculo es el orgullo. Por naturaleza, anhelamos ser aceptados y queremos creer que hay algo en nosotros que merece amor. Pero la cruz nos llama a humillarnos ante Dios con las manos vacías, reconociendo que nada de lo que hagamos es suficiente para recibir su gracia abundante y gratuita.
Aunque es cierto que no tenemos nada que ofrecer a Dios para asegurar la salvación, el hecho es que Él no espera nada. Más bien, el Padre celestial hizo todo lo necesario para limpiar la mancha de nuestro pecado y reconciliarnos con Él. La cruz es símbolo de su amor, un amor que merece nuestro agradecimiento y alabanza.
Biblia en un Año: Exequiel 34-36
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